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miércoles, 15 de abril de 2009

El cine francés y la escuela pública‏

Laurent Cantet y la escuela pública
Con su película, ganadora de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, el cineasta abre la discusión
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Martes 14 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa
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François Bégaudeau interpreta al docente de la clase que muestra el film Foto: Primer Plano

Por Claudio D. Minghetti
De la Redacción de LA NACIÓN
Hace poco menos de un año, por unanimidad, el jurado del Festival de Cannes, presidido por Sean Penn, decidió premiar con la codiciada Palma de Oro a Entre los muros, el film de Laurent Cantet que pasado mañana estrenará Primer Plano. Después de once años, un cineasta francés volvía a recibir el premio máximo de la muestra.
Basada en el libro del profesor, periodista, cronista deportivo y escritor François Bégaudeau, que participó en el guión y encarna a Marín, el profesor de lengua protagonista, la película se mete en un colegio público parisini de clase media-baja, con muchos alumnos de origen extracomunitario.
"Pensé la película como un documental actuado, con auténticos alumnos y el ritmo de un partido de tenis que libran con sus profesores", explicó Cantet a La Nacion, en su reciente visita a la muestra Pantalla Pinamar. El director vuelve al tono testimonial de fuerte contenido social de sus anteriores Recursos humanos (1999) y El empleo del tiempo (2001), que relacionaron la problemática laboral con los conflictos familiares. Esta vez es el turno de los problemas de la educación pública, que él mismo reconoce, se globalizaron.
-¿Su película es acerca de alumnos, docentes o el estado de la educación pública en Francia?
-Es todo eso a la vez. Me gusta que una película no pueda resumirse en una sola idea. Lo que quería mostrar es la complejidad del sistema escolar, pero también quería filmar a adolescentes en ese momento de su vida, porque es justamente el momento en que empiezan a pensarse a sí mismos en el mundo. Tenía ganas de filmar su energía, sus ganas de vivir, y transmitir otra imagen de ellos, diferente a la que la sociedad tiene habitualmente. Ser adolescente no es nada fácil: si además se es de otro color de piel o simplemente se es de otra comunidad, es mucho más difícil. La juventud, como grupo, está sistemáticamente estigmatizada. No son ni más ni menos tontos de lo que éramos nosotros a su edad. Es el momento en que piensan su lugar en la vida, proyectándose al futuro.
-Unos y otros tienen deseos que no pueden o podrán cumplir?
-Es cierto. Por un lado, la película habla de un fracaso. Quiero pensar que igualmente hay algo de optimismo y esto se ve en la inteligencia que estos chicos pueden demostrar. A veces son frontales, nada sutiles en la manera de pensar y expresar sus cosas, pero eso es propio de su edad. Es su inmadurez que les hace tomar los elementos que sean para expresarse. Sin embargo, al mismo tiempo, tienen una claridad mental a propósito de lo que viven, un humor hermoso y muchas ganas de defender sus ideas. Generalmente, la imagen que se tiene de ellos es de desidia, de que no les interesa más que los videogames. Espero que mi película dé una idea más justa de lo que son, diferente de la de los medios.
-¿Un "a puerta cerrada?
-Es un huis clos como los de Recursos humanos o El empleo del tiempo , donde mostré los mundos familiares o empresariales, en un pequeño hotel o en oficinas, con esa idea de algo que ocurre entre muros. Quiero poner al espectador en el mismo lugar en que están los personajes. Los profesores saben muy poco de los alumnos fuera de la escuela y los alumnos saben todavía menos de sus profesores. Todo esto libera en unos y otros una serie de fantasmas sobre lo que piensan unos de otros.
-¿Los padres saben qué es lo que pasa en los colegios?
-No. Mis hijos van a un colegio muy parecido al de la película y yo sé muy poco de lo que pasa allí. Es que los alumnos no quieren hablar de lo que pasa en la escuela porque es su pequeño mundo, su independencia. Los profesores hablan muy poco de lo que sucede entre esos muros porque de esa forma se protegen de lo que digan los que están afuera. Es como una especie de caja negra, de la que no se sabe casi nada y encima en la cual no se trabaja. Quería ver qué era lo que sucedía realmente en una escuela; por eso quería hacerlo con verdaderos alumnos y profesores.
-¿Prejuicios sobre el tema?
-No tenía demasiados, porque fui a la escuela y soy hijo de docentes, por lo que la enseñanza fue tema de conversación familiar mientras crecía, y porque tengo hijos que van a la escuela. Tengo amigos profesores. Por mis hijos y sus compañeros, conozco un poco a los alumnos de hoy. La película me confirmó algunas ideas: que cuando se le da sentido a lo que se hace con los adolescentes; ellos son capaces de dar todo. Es una de las preguntas que la película les hace plantear a los profesores. Muchos de los chicos van a la escuela y se aburren, y cuando se aburren, no pueden aprender nada. Cuando se está obligado a aprender, no se aprende nada. Es lo que me apasionó del personaje de François, que corre el riego de autorizarlos a negociar, negociaciones que les van a permitir entender por qué están ahí: piensa que todas las situaciones son buenas para enseñar algo. Sería más fácil sentarse cómodo en el escritorio y que la clase discurriera, y sin embargo está dispuesto a bancarse todas las preguntas; incluso si alguien le pregunta si es homosexual, él piensa que hay que estar dispuesto a contestarlo para demoler la homofobia que existe en algunos chicos.
-¿La globalización viene nivelando hacia abajo?
-Si la globalización existe, es porque la sociedad cree que la necesita. Aceptamos sin problemas la radicación de empresas en diversos países, la transferencia de dinero de aquí para allí, pero no aceptamos los movimientos de la gente. No se quieren ver las consecuencias humanas de la globalización. Quiero demostrar que esto, por lo contrario, puede ser enriquecedor: mis hijos tienen un espíritu más abierto que yo a su edad. En mis tiempos, había una sociedad más homogénea; en esa época, el sistema escolar seleccionaba mucho antes: todos éramos blancos de clase media, en la que esta confrontación no existía. Si podemos lograr que los chicos de hoy compartan un aula con otros muy distintos y que todos puedan convivir, habremos ganado.

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