ADOLESCENCIA
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño,
Le dije que iba a besarla,
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
Caían las hojas muertas
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.
No se atrevía a mirarme,
le dije que éramos novios,
y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.
Juan Ramón Jiménez
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