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sábado, 1 de mayo de 2010

Programa del Martes 30 de Marzo, a las 20 y 22 hs.en Camp (pichincha-Rosario)‏

Cine Club Rosario
Miembro de la Federación Argentina e Internacional de Cine Clubes

Programación MARZO 2010

Martes 30 de Marzo, a las 20 hs.
EDEN AL OESTE (Francia, 2009)

Dirección: COSTA-GAVRAS - Int.: Riccardo Scamarcio, O. Papaspiliopoulos.
PRE-ESTRENO

Foto del film.

Parece ser que mientras Costa-Gavras preparaba su última película, aprovechó para (re)descubrir con sus nietos, todavía pequeños, la filmografía de Chaplin. Sin embargo, la influencia del cómico en "Edén al oeste" no es nada accidental, sino totalmente programada. Se trataría de convertir una limitación comunicativa, diegética y profílmica, en una apuesta estética, es decir, de aprovechar el desconocimiento lingüístico del protagonista, el inmigrante Elías, así como las limitaciones interpretativas del actor Riccardo Scamarcio, vedette italiana de películas para adolescentes, para “desdramatizar” la cuestión de la inmigración dándole al film una marcada forma de burlesco mudo. Resta saber si la jugada de Costa-Gavras, durante décadas uno de los representantes del cine político, o mejor, del cine militante, consigue ser como querría, una apuesta política.

Ya hace casi medio siglo que el director de origen griego centra su atención en lo “no-dicho” como herida. Pero esa llaga, en él, no es lo indecible, sino las diferentes formas de lo silenciado: el terror stalinista en La confesión (1970), la ignorancia de un pueblo sin estado que habita las mismas tierras en Hanna K. (1983) o, más recientemente, el entendimiento entre el nazismo y el vaticano en Amén (2002). En su última película ese pliegue no está compuesto de colusiones secretas o crímenes encubiertos, sino de cuerpos silenciados, presencias fantasmagóricas cuya apariencia conocemos y, a diario, decidimos ignorar. Pero para sortear la gran trampa del tema, considerando uno tan manido como el de la inmigración ilegal, el film bebe, para alivio de todos, de fuentes inesperadas. Y es que el director griego y su guionista, Jean-Claude Grumberg, tratan de darle al relato una forma de road movie europea, evitándole a Elías el engorro de ser la representación de los inmigrantes ilegales y convirtiéndolo en un viajero cualquiera, un migrante, para así poder comparar su odisea, llena de monstruos y peligros, con la de Ulises, si bien en realidad tal comparación, más allá de coincidencias superficiales, carezca totalmente de fondo y sólo funcione como una suerte de high concept débil.

La elección resta sin embargo significativa. La película no es un drama, ni tan siquiera uno ligero y cómico, sino un film de aventuras con toques de burlesco. Como si la (in)migración no fuera en sí mismo un problema y el verdadero problema fuera el silencio y el desconocimiento que se esconde detrás. Pues bien, esta vez Costa-Gavras, naturalizado francés en 1956, pretende filmar a Elías como esa herida, como cuerpo silenciado o, directamente, sujeto inexistente.

En un lugar cualquiera del mar mediterráneo, una pequeña barca de madera alcanza un monumental carguero donde aguardan cientos de sin-papeles. Cuando Elías y su compañero suban al carguero lo serán también: en la barcaza todo el mundo debe tirar al mar sus antiguos documentos. El protagonista, un joven moreno de ojos verdes que habla una lengua inventada y que lleva ese nombre, Elías, que podría provenir de las tres grandes religiones monoteístas, empieza aquí el proceso de reconfiguración de su identidad. Aunque quizás este proceso, estrictamente hablando, debute unas escenas más adelante cuando el joven, tras pasar la noche nadando para escapar de la guardia costera, recobre el conocimiento en una playa nudista del complejo vacacional El Edén, y de la misma forma en que se deshizo de sus papeles se deshaga ahora de su ropa y surja a la vista de todos, desnudo como el resto, sin su etiqueta de clandestino, siendo, por un momento, considerado como un igual.

Surge Elías del mar, y en su cuerpo desnudo, objeto ya de diversas miradas de deseo, caben todos los posibles. Porque, si bien no puede decirse que el personaje carezca de motivación, sí podemos hablar de una expresa falta de profundidad psicológica. A su pesar es el Adán perfecto, recién caído en el paraíso, la arcilla todavía blanda, la candidez de Elías es de una pasta fácilmente moldeable, sin papeles, sin ropa, casi silente, que solo llega a tocarse el pecho diciendo “moi, Elías”. A partir de ahí El Edén se convierte en una divertida –y casi muda- fiesta del travestismo y el quid pro quo, donde el hábito hace al monje y donde una rasgadura en la ropa significa poner gravemente en peligro la posibilidad de estar en un lugar y, por ello, de ser. Baile de disfraces que llega al límite cuando Elías deviene ayudante del mago, extraña función donde se pasa, con la ligereza de un redoble, de policía a sultán.

Resta saber qué le mueve. Él, claro, padece el sueño de occidente, mirando siempre al oeste. Pero dejando aparte ese motor básico son los otros que lo empujan cual pelele, moviéndolo al son de deseos y mezquindades, en un abanico de actitudes que van desde el deseo sexual hasta el robo y la explotación, pasando por el miedo o la más absoluta ignorancia. Luego, toda esa potencialidad que sin su consentimiento presiona y moldea Elías y que refleja la verdadera relación de poder con el inmigrante, pretende ser nuestro negativo, es decir, quiere ser el reverso que nos define como sociedad, el espejo de Europa.

Sin duda, cualquier espectador con sentido del humor apreciará la película y no podrá reprimir alguna sonrisa o carcajada, sobretodo al principio del metraje. Además, el film tiene el mérito de señalar unas presencias que tendemos a ignorar y de poner de relieve, con, por ejemplo, el miedo de Elías a todos los uniformes (huye de los bomberos como Charlot huía de los marineros), lo escandaloso, más allá de todos los matices, de la ilegalidad de estar en un sitio. Pero uno tiene la sensación de que su comicidad es cándida como el protagonista y que el film se aleja de lo político para adentrarse en los seguros terrenos de la denuncia.

Por Aitor Ibañez, Revista ContraPicado, Octubre 2009.

Martes 30 de Marzo, a las 22 hs.
NO ME TEMAS (Dinamarca, 2008)

Dirección: Kristian Levring - Int.: Ulrich Thomsen, Paprika Steen.
Premio Mejor Guión y Mejor Actor, Festival de Mar del Plata 2008.
PRE-ESTRENO

Foto del film.

Michael (Ulrich Thomsen, el protagonista de La celebración, Mar del Plata '98) y su mujer Sigrid tienen una vida en apariencia perfecta: profesionales exitosos con una hija adolescente ideal, acaban de mudarse a una casa idílica en las afueras de Copenhague. Pero, por alguna razón, Michael es incapaz de relajarse; y a partir del momento en que accede –en principio, con entusiasmo– a convertirse en rata de laboratorio para un nuevo antidepresivo, la pulida superficie de su existencia irá dejando ver, progresivamente, sus grietas. A través de un personaje que se va sumiendo en un comportamiento autodestructivo del que parece no haber retorno, Levring examina con ojo clínico a toda una clase social que parece vivir instalada en la comodidad del consumo y del éxito laboral, y cada vez más peligrosamente cerca de la dependencia química. Con unos encuadres tan prolijamente cortados como suele ser en el cine nórdico, el proceso de sorda implosión familiar que presenta No me temas podría emparentarse con los films del austríaco Michael Haneke, como Funny Games o Caché.

Catálogo Festival de Mar del Plata 2008.

ATENCION: Las funciones de cine son exclusivas para mayores de 18 AÑOS.

Cine Club Rosario - España 401

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