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La “sojización” está entre nosotrosLa producción de la oleaginosa representará más de la mitad de todos los cultivos del país. El fracaso de la suba de las retenciones y su seguridad como inversión alientan el fenómeno que no le viene mal a las cuentas fiscales.
Mariano Martín
25.08.2008
La temida “sojización” del campo argentino es un hecho. De acuerdo con los cálculos, en la próxima campaña, que comenzará en septiembre, por primera vez la producción de la oleaginosa representará más de la mitad de todos los cultivos realizados en la Argentina. La tendencia se apuntaló con la baja internacional de los precios de los granos, que convirtió a la soja en el menos riesgoso a la hora de invertir, y por el fracaso del Gobierno en el proyecto de ley que impulsaba una suba en las retenciones. Los especialistas temen que el reinado definitivo del “yuyo” reforzará la concentración de los pools de siembra y perjudicará a los pequeños y medianos productores.
La consultora alemana Oil World, con sede en Alemania, estimó que la campaña 2009 de producción de soja alcanzará entre 50 y 51 millones de toneladas contra 46,5 millones de este año, mientras que la Secretaría de Agricultura norteamericana (USDA, por sus siglas en inglés) proyectó 49,5 millones. Si se tiene en cuenta que en la campaña 2007/2008 la suma de cultivos de oleaginosas y cereales alcanzó 94,2 millones de toneladas, la soja representará más de la mitad del total.
A pesar de la pelea entre el Gobierno y las entidades del campo, en la última campaña creció 2,8% la superficie cultivada hasta 16,6 millones de hectáreas, lo que representó un nuevo récord histórico, informó esta semana la Secretaría de Agricultura que dirige Carlos Cheppi.
Eduardo Azcuy Ameghino, coordinador del Programa Interdisciplinario de Estudios Agrarios de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, identificó “dos tendencias de larga duración, la sojización y el fortalecimiento de los grandes productores”. “En ningún caso podemos notar medidas que vayan en contra de esas tendencias; por el contrario, están recibiendo estímulos. El escenario que nos espera es que donde había soja seguirá habiendo, y más, y donde había una tendencia a la concentración por parte de los grandes productores, se mantendrá pero con más problemas para los de menores dimensiones”, explicó.
El especialista atribuyó el fenómeno a la baja internacional de los precios de los granos. En el caso de la soja, que durante el conflicto agrario llegó a picos de 600 dólares por tonelada, ahora se mueve entre 470 y 480 dólares, con un comportamiento similar en el maíz. “Si a eso le sumamos el aumento constante en los precios, la competencia entre el maíz y la soja, que comparten la misma calidad de tierra, hace que sea mucho menos riesgoso el primer cultivo. Si una hectárea de soja tiene un costo de 220 dólares, una de maíz llega a 440 dólares. Con esos precios y con políticas inciertas, la elección lógica que hace el productor es poner el cultivo con menor costo de implantación”, agregó.
Azcuy Ameghino sumó argumentos al explicar que la soja, por exportarse casi en su totalidad y tener menor incidencia en los productos de la canasta básica de consumo interno, está menos sujeto que otros productos a los controles oficiales, como en el caso del maíz, que se utiliza para alimentar animales en las granjas. A diferencia de las etapas de precios internacionales altos, cuando el productor se puede dar el lujo de diversificar el riesgo y cumplir con las rotaciones de los cultivos, en la actual coyuntura los chacareros elegirán la opción más segura, evaluó.
El presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), Enrique Martínez, coincidió con el diagnóstico de la “sojización”.
“La rentabilidad sigue siendo superior a las alternativas como el maíz y el girasol, y con alguna seguridad de cosecha mucho mayor. Pensando como chacarero, con una situación de probabilidad de lluvias irregulares como la que soporta la Argentina, yo sembraría soja porque es mucho más resistente a la sequía que el maíz y el girasol”, admitió el funcionario.
Para el Gobierno, sin embargo, no será una noticia abrumadora en la medida que obtendrá más divisas por las exportaciones de la oleaginosa. Por un lado, dejará de percibir la diferencia entre el actual derecho de exportación, de 35%, y lo que hubiera obtenido de sancionarse las retenciones móviles, con un promedio de 44 por ciento. Pero recuperará con las cinco millones de toneladas adicionales estimadas por los expertos internacionales.
En julio, la molienda de soja creció 23,4% respecto del mismo mes del año anterior y llegó a 3,5 millones de toneladas, a pesar de que todavía estaban presentes los efectos de la contienda entre el Gobierno y las entidades agropecuarias.
Números para tener en cuenta
La Argentina es el primer proveedor de aceites y harinas derivados de la soja. La Secretaría de Agricultura destacó, en su informe mensual, que el procesamiento de la oleaginosa fue de 36,2 millones de toneladas durante el año pasado. A nivel mundial, en la campaña 2007-2008 se llegó a los 47,5 millones de toneladas. Para el año próximo se espera que esa cifra trepe a 51 millones de toneladas, según estimaciones de la consultora alemana Oil World, y a 49,5 millones de toneladas para la Secretaría de Agricultura de Estados Unidos.
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