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lunes, 27 de octubre de 2008
Fracaso de todas las instituciones
En noviembre de 2007, en el Irar, Pelo Duro contó que no hacía nada más que mirar televisión.
El adolescente Pelo Duro, próximo a cumplir 18 años, volvió a ser detenido en el Irar
Mientras los gobernantes proponen bajar la edad de imputabilidad, y la sociedad carga el peso de la inseguridad en niños que sufren todo tipo de exclusión, la historia de este adolescente es una muestra brutal de la deserción del Estado.
Por Alicia Simeoni
En noviembre de 2007, en el Irar, Pelo Duro contó que no hacía nada más que mirar televisión.
Otra vez está detenido el adolescente C.F. a quienes todos conocen como Pelo Duro. Ese chico, que parece estar buscando la muerte, y que en poco tiempo cumplirá 18 años, es una muestra brutal del fracaso sucesivo -repetido en tantos jóvenes- de todas las instituciones de la sociedad. La enumeración puede resultar parcial, pero es seguro que incluye a la familia, al sistema escolar, a la justicia de menores, a las que se llamaron direcciones de menores en conflicto con la ley penal. En definitiva, al Estado y a quienes lo condujeron, la mayoría de las veces indiferentes, inoperantes, mediocres, desinteresados en la elaboración de políticas públicas que eviten la destrucción de vidas. También las agresiones recibidas por quienes fueron víctimas de la imposibilidad de C. para salir del circuito del delito, del consumo de variadas sustancias, y de las autoagresiones permanentes. Con la presencia de esas víctimas que claman por verlo encerrado, privado de todos sus derechos y aún muerto, el Estado tampoco está. Mientras tanto, una sociedad mayoritariamente perezosa para reflexionar carga sobre él, o sobre ellos, el costo de la inseguridad.
La historia de Pelo Duro es la de alguien que desde los 16 años, y también antes, padeció el encierro infrahumano del Instituto de Rehabilitación del Adolescente Rosario (IRAR) sin más actividad que estar tirado en una cama. Desde agosto pasado, C. contaba con un abordaje diferente, en un trabajo interdisciplinario encarado desde el juzgado Nº 4 a cargo de Juan José Carmona y la Dirección de Justicia Penal Juvenil. Desde allí tenía el acompañamiento personalizado de dos psicólogos, le habían propuesto actividades que siempre le costó sostener, entre ellas en el Centro de Capacitación Laboral (CECLA). Con las opiniones de estos días, disparadas por el gobernador de Buenos Aires Daniel Scioli, y seguidas en Santa Fe por el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Héctor Superti, sobre la baja de la edad de imputabilidad, no se escucharon anuncios ni puestas en marcha de políticas de inclusión.
CF. debe poder construir otra lista de alternativas para su vida, pero le cuesta mucho. El dispositivo más reciente, interesante sin duda, llegó después de 17 años y medio en que se lo fue comiendo una larguísima cadena de desatenciones y también la misma violencia institucional que sufrió en el IRAR. Ahora, pese a tener esa atención especial, interdisciplinaria y preocupada por su vida, desafía cualquier indicación y prohibición, como la de acercarse a la zona de La Siberia, donde vive, y donde también actúa y se expone cada vez más. Así lo señaló una junta especializada que evaluó su presente y su situación.
Cuando Rosario/12 estuvo con él en el IRAR, en noviembre de 2007, mantenía buenas relaciones con los otros chicos que eran llevados o traídos desde distintas celdas. 'Hola Pelito', fue el saludo que esta cronista escuchó muchas veces durante más de una hora en el penal. Los mismos guardiacárceles del Servicio Penitenciario, encargado entonces de la custodia total del lugar, susurraban por lo bajo que allí no daba problemas. Permitió que se le tomara una foto, por supuesto de espaldas, y contestó amable, pero con expresiones casi telegráficas.
-¿Qué hacés durante todo el día?, se le preguntó entonces.
-Acá nada, me tiro en la cama y me quedo mirando. En estos días no hay televisión porque el 3 y el 5 no se ven. No hay otra cosa. Si puedo veo las novelas, todas. ¿Si me gusta leer? No sé, algo, los policiales de los diarios, pero no tengo nada. Libros no, no leí casi nada, algunas cosas de la Biblia.
La junta interdisciplinaria que evaluó la salud del chico concluyó que padece dificultades de orden cognitivo, lo que le tornó muy costoso el aprendizaje escolar, como también el de un oficio. Las primeras dificultades se hicieron visibles alrededor de sus 10 años, con problemas de conducta en las escuelas a las que concurrió. Cuando tenía 12 se inició en el consumo de distintas sustancias. Desde esos momentos, C. profundizó su falta de tolerancia hacia los límites, y lo dominó la impulsividad. Así lo relató a este diario cuando habló de las pastillas de Rivotril que compraba en la calle por sólo un peso. Durante la entrevista, explicó su comportamiento con directa atribución al Rivotril.
Dos reflexiones, aunque podrían ser muchas más, aparecen casi obligadas. Una tiene que ver con que en pocos días cumplirá 18 años, y quienes lo atienden temen que el grado de exposición en que se coloca lo acerque a la muerte, que podrá encontrar en cualquier "enfrentamiento". La otra es que la situación de deterioro a la que llegó fue construida en el marco de muchas carencias, que le imposibilitan verse a sí mismo como sujeto de otras alternativas. Cabe preguntarse si la nueva franja que se pretenda anexar al territorio penal deberá transcurrir su vida en la misma exclusión que lo hizo CF. Si deberá también padecer el IRAR y una sociedad que se asusta, se encierra, estimagtiza, pero todavía no protesta ni responsabiliza a los diseñadores de tantos Pelo Duro.
fuente: http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/rosario/9-15772-2008-10-26.html
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