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lunes, 24 de noviembre de 2008

Fontanarrosa habló y llenó de risas la Biblioteca Nacional‏

CULTURA | AYER A LA TARDE, EL TEMA FUE "HUMOR Y LITERATURA"
Fontanarrosa habló y llenó de risas la Biblioteca Nacional

Con el rosarino se abrió un ciclo con los protagonistas de la literatura argentina. Dijo que no cree en la inspiración. "Si tuviera que esperar a la musa, moriría de hambre."
Fontanarrosa habló y llenó de risas la Biblioteca Nacional


Con el rosarino se abrió un ciclo con los protagonistas de la literatura argentina. Dijo que no cree en la inspiración. "Si tuviera que esperar a la musa, moriría de hambre."

Por María Luján Picabea
mlpicabea@clarin.com


El gambeteó y gambeteó como los personajes de sus cuentos los temas y los intentos de Silvia Hopenhayn, la presentadora, por redondear la charla y cerrar esa especie de recreo que ayer a la tardecita se había instalado en la Biblioteca Nacional, durante el encuentro Humor y literatura: charla abierta con Fontanarrosa.

El rosarino alargó cuanto quiso las carcajadas. Se lo veía muy a gusto, inaugurando el año en el ciclo "Literatura argentina por escritores argentinos", organizado por el Banco Galicia, disertando sobre fútbol y malas palabras, contando cuentos y anécdotas que lo llevaban de su niñez a sus trabajos más recientes y a sus complicaciones para hacer funcionar uno de esos programas "a los que uno le dicta y aparece escrito en la máquina". Porque

"esos aparatos tienen el nivel de entendimiento de un perro de tres meses", bromeó. Así es como habla de sus modos de enfrentar la enfermedad que le impide dibujar y escribir.

Ayer, Roberto Fontanarrosa comenzó con un glosario de ocurrencias entre las que mencionó que, fiel a su imagen literaria, en vez de ir al Congreso de la Lengua Española que empieza el 26 en Cartagena, había estado en Colombia pero en el precarnaval de Barranquilla, un carnaval de artes, "donde fui elegido primera princesa", largó para complacer a quienes ya tenían las palmas preparadas y aguantaban la carcajada esperando el remate.

Y si del Congreso de la Lengua se hablaba, cómo omitir su ponencia sobre las malas palabras en el anterior (Rosario, 2004). "He escrito tantos libros y resulta que el día de mañana me van a recordar por haber dicho un par de puteadas en el teatro El Círculo", apuntó.

"Yo en realidad no sabía de qué iba a hablar en el Congreso", confesó, y afirmó que para él las consideradas malas palabras son funcionales. "Yo esto lo he hablado con mi hijo: si me decís 'me caí y me pegué en el culo' es correcto y es muy gráfico. Ahora si venís y me decís 'culo, culo, culo' lo hacés porque me querés molestar."

"De las cosas que hemos venido a hablar a la Biblioteca Nacional...", decía con picardía el creador de Inodoro Pereyra y Boggie el aceitoso, que pasó de definirse como dibujante a escritor y de allí a dramaturgo para terminar diciendo que en realidad él era, sobre todo, un actor.

"Ojalá uno pudiera poner en una tarjeta de embarque: 'Dramaturgo'. Llenando esas tarjetas un día Quino me preguntó: '¿Donde dice ocupación, ¿qué pongo?' Yo pongo 'Dibujante', le contesté. Entonces me copió. Si no le hubiera dicho nada todavía no hubiera salido de Quilmes".

Justamente, hablando de su ocupación y de su forma de escritura estaba cuando desacralizó la idea de inspiración: "Yo tengo que publicar todos los días, si espero a la musa inspiradora me muero de hambre." Y fue más lejos: "A veces me dan envidia esos escritores que dicen que empiezan a escribir y los personajes salen solos, deciden solos. Yo digo: ¡La pucha, qué suerte! Los míos son boludos, se quedan ahí esperando que les diga todo."

Aunque los personajes no salen solos, a Fontanarrosa no le falta talento para revolear los ojos, apretar los labios y convertir una reflexión que venía siendo seria en un guiño al público. "¡Qué interesante esto que digo! En la aparente futilidad de mis palabras se produce una divisoria de aguas, un antes y después de la charla de Fontanarrosa en la Biblioteca Nacional..."

"Aguardame un momento que lo que digo es importante", paraba a Hopenhayn cuando ella empezó a decir: "Para ir terminando..." y la gente se desinfló en un "Noooooo". Finalmente, con un fragmento del cuento "El sueño del General Cornejo" dijo adiós y mandó a cada uno a su casa a dormir y roncar como el protagonista.


fuente: http://www.clarin.com/diario/2007/03/21/sociedad/s-03901.htm

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